|
Avenida de Betanzos, Barrio del Pilar, 1970 |
Hoy toca una de
fotos en blanco y negro. Por ejemplo esta, que muestra algo parecido a una de las
primeras imágenes que recuerdo de cuando llegué a
Madrid. Eran
finales de los 60 y principios de los 70. Casas nuevas y coches nuevos en barrios nuevos. Hacía mucho que Madrid había dejado de ser el '
poblachón manchego' del que
hablaba
Mesonero Romanos, y que en realidad nunca fue, pero aún guardaba
ciertos 'tics' rurales que
poco a poco, los años han ido diluyendo.
Las aún hoy imponentes
Torres Blancas acababan de construirse,
la ciudad crecía como un fresno en primavera, o un adolescente al que la ropa se le queda chica en cuestión de días. Y
todo cambiaba muy, muy deprisa. Quería mostraros algunas de las
cosas que yo conocí en aquellos días, objetos, lugares o
antiguos oficios, que hoy, o ya no existen o están
en peligro de extinción inminente.
- EL MIELERO
|
'El mielero de La Alcarria', fotografía de Alfonso, de 1925 |
-
¡Queso y miel de la Alcarria! ¡A la rica miel!
Esos eran los
gritos de guerra de estos vendedores ambulantes cuando llegaban a la puerta de casa. Entonces no había 'telefonillo' en casa, y entraba cualquiera. Y, cuando mi madre le abría la puerta (las menos), ahí aparecía
el mielero: con las
'cacharras' de miel en la mano, guarapolvos que un día fue blanco, alpargatas, boina o gorra, y unas
grandes alforjas al hombro donde guardaba la '
romana', las cucharas, y los quesos.
La miel era exquisita, del queso no puedo decir lo mismo: nos daba a probar unas lonchitas finas, del grosor del
papel de fumar, y no recuerdo que fueran nada del otro mundo: mi madre, que le abría para comprar miel, nunca le compraba queso. Venían de
La Alcarria (y especialmente de
Peñalver), la tierra de
la mejor miel del mundo, y dejé de verles
a finales de los 70. Ahora es más fácil encontrar en cualquier tienda o gran superficie
miel de todas partes, y, además, no estoy seguro, pero no creo yo que la legislación actual permita la venta ambulante de miel a granel.
- LAS VAQUERÍAS
Cuando hacíamos el
camino de mi casa a la de mis abuelos, en el barrio de
Prosperidad, siempre me llamaba la atención
ver, oír y oler unos lugares en los que tenían encerradas vacas. Eran
las vaquerías, que aún entonces surtían de leche fresca a los habitantes de la capital. Hoy parece hasta mentira que pudiera haberlas, incluso
en los bajos de edificios residenciales. Había hasta tres en ese corto trayecto, en las calles de Malcampo,
Mantuano y Gabriel Lobo.
|
Antigua Vaquería del Carmen, en la calle Islas Filipinas |
Las vaquerías de Madrid
desaparecieron de repente, de un día para otro se 'esfumaron' todas como por arte de magia. La razón de una
desaparición tan drástica la he conocido ahora: se debió a la aplicación de
un decreto originalmente publicado
en 1961 que establecía una moratoria de 10 años para la
erradicación de todas las explotaciones ganaderas del casco urbano de las poblaciones de más de 10.000 habitantes, y que definitivamente
expiró en marzo de 1972. Aún quedaban en Madrid unos 200 establos con cerca de
2500 animales. Es curioso, pero cuando ahora, 45 años después, paso por la calle
Malcampo esquina a Eugenio Salazar, aún me parece
oír los mugidos de aquellas vacas, y
ver sus siluetas por los ventanucos del sótano en el que estaban... ¡aunque ya no se trate del mismo edificio!
- LOS AGUINALDOS
Aguinaldo. Hasta la palabra ya suena '
viejuna'. Parece mentira, quién se acordará ya de esto, pero hubo un tiempo en el que,
por Navidades, los servidores públicos recibían unas
propinas por parte de los vecinos.
Barrenderos, carteros,
serenos, basureros, modistas, barberos,
porteras, modistas, faroleros,
repartidores, aprendices....
todos pasaban pidiendo su aguinaldo por las casas del barrio.
A cambio, el solicitante entregaba u
na tarjeta de agradecimiento que, además de un
motivo alusivo a su profesión, contenía una
coplilla en la que glosaban lo duro de su trabajo, su
buena disposición para hacerlo, y, por supuesto, la
felicitación navideña. De acuerdo, todos los años eran iguales y decían lo mismo, pero eran unas tarjetas
muy bonitas. Otro ejemplo:
Según parece,
el origen de la 'paga de Navidad' era el aguinaldo que
el patrón daba a sus empleados llegadas las fiestas navideñas. En
muchos
países de América, este concepto
sigue estando muy vivo, más que nada porque por allí, la
paga de Navidad se sigue llamando
aguinaldo.
|
Niños pidiendo el aguinaldo |
En
España, aparte del ya comentado de los aguinaldos '
gremiales', también había otro aguinaldo: era el que
pedían los niños casa por casa, a cambio del cual,
cantaban un villancico. Si algún vecino no daba un duro, la coplilla se volvía
ofensiva hacia el rácano. En las ciudades, también eso prácticamente ha desaparecido (en los
pueblos parece que la tradición
sigue viva), no recuerdo haber ido ni una sola vez a pedir el aguinaldo, y ya tengo unos cuantos 'palos'...
- EL SERENO
- (Sonido de palmas)
¡Serenoooo!
-
¡Va!
Era
el sonido de la noche en las calles de Madrid. El
sereno era el encargado de cuidar que funcionase
la iluminación nocturna (las farolas), de intentar
cuidar el orden por las noches, así como de
abrir la puerta de los vecinos que no tuvieran la llave a mano. Por eso, una de las características de los serenos era el
gran manojo de llaves que llevaban, junto con
el silbato y el capote. Antiguamente, aunque yo no llegué a verlo, también llevaban un '
chuzo' (un gran palo acabado en una punta metálica, al estilo de la vara de los picadores), el de la frase '
caían chuzos de punta'.
El de mi barrio era Pepiño, gallego, claro, y muy buena persona. El pobre tuvo un final bastante triste.
En
1976 desapareció el cuerpo, los serenos se integraron como vigilantes nocturnos en la
Policía Municipal. Aunque hubo uno,
Manuel, que por su cuenta y hasta su retiro,
siguió con sus funciones de sereno en la
calle Doctor Gómez Ulla, muy cerca de Manuel Becerra. Hubo un intento de recuperarlos, el alcalde Enrique Tierno
reinstauró en 1986 la figura del sereno, pero no cuajó y un año después, volvieron a desaparecer, reconvertidos esta vez en
agentes de la ORA.
En
2011, durante
un par de semanas y patrocinado por una marca de cafés, también
volvieron a patear las noches de Chamberí, con ipad y móvil en lugar de chuzo y silbato, pero más como una
acción publicitaria que otra cosa.
|
Serenos de 1986 |
- LAS CARRERAS DE GALGOS
|
Calendario publicitario del viejo Canódromo Madrileño |
En España, han
cambiado los gustos en los espectáculos, ya en su momento escribí acerca de la antigua afición a la pelota en Madrid, y los
frontones que hubo en la capital. Ahora quería hablar un poco de
otro espectáculo deportivo de apuestas que existió y también desapareció:
las carreras de galgos.
En esas fechas
había dos canódromos en Madrid el de
Canillejas, en la Avenida de Arccentales, en el barrio del mismo nombre, y el
Canódromo Madrileño, que estaba en la Vía Carpetana, entre los barrios de
Carabanchel y Latina. Nunca estuve dentro, pero sí que lo vi por fuera cuando ya estaba cerrado, y la cubierta de la grada de tribuna se veía llamativa, algo parecida a la de la recta de meta del
hipódromo. Se
construyó en 1960 y estuvo funcionando como canódromo hasta
finales de los 80.
En 1989 cerró definitivamente. Después se intentó
reconvertir en velódromo para alimentar los ahora lejanos
sueños olímpicos de Madrid, llegándose incluso a instalar una
pista de maderas africanas que ahora duerme, desmontada, en algún almacén municipal: tampoco hay mucha afición al velódromo en Madrid. Pero,
a diferencia del Canódromo de Canillejas, que había cerrado un par de años antes (y que en su lugar, tras
su derribo y la recalificación de los terrenos, ahora existen viviendas), el
Madrileño sí pudo salvarse de la ruina, sigue siendo de propiedad municipal, pero entre 2004 y 2007
se rehabilitó y desde el año
2008, se encuentra cedido para su
uso como campo de fútbol al
Club Deportivo Puerta Bonita.
El
último canódromo que funcionó en España fue
el Meridiana, en Barcelona, que cerró hace pocos años, ya en
pleno siglo XXI. No queda ya aquí afición a las carreras de galgos.
En otros lugares sí, y mucha: este verano, en
Irlanda, pude comprobar que en muchos pueblos aún hay
canódromos, al igual que infinidad de hipódromos. Alguna vez quizá hable también del antiguo
hipódromo del Paseo de la Castellana.
- LOS GITANOS DE LA CABRA
Gitano, cabra, escalera, trompeta. Esto, a los nacidos después de 1980, apenas les dirá nada. A los que nacimos unos años antes (tampoco tantos),
sí nos traerá recuerdos.Ya estábamos asomados al
balcón, sabíamos de antemano que iban a llegar, porque
habíamos oído el sonido de la trompeta de la actuación anterior, a la vuelta de la esquina por la que poco después aparecían. Abrían la
escalera, empezaban a tocar la trompeta, y el algunas ocasiones el
tamboril o el organillo, y empezaba el número.
La
cabra se arrimaba al primer escalón y ya sabía lo que tenía que hacer:
empezar a subir los escalones. Al llegar arriba del todo, el gitano ponía
un cilindro de madera, la cabra se subía en él y aguantaba un rato el
equilibrio ahí arriba, mientras la musiquilla seguía sonando. Después, el gitano dejaba de tocar la trompeta, y
enseñaba la gorra, para que los espectadores lanzásemos las
monedas, que, o él o la familia, recogían del suelo, o de
debajo de los coches aparcados. Era
el número de la cabra.
|
(de https://saludamigos.blogspot.com/) |
Aunque al parecer
sigue habiendo gitanos con cabra actuando por las calles, yo
hace mucho que no los veo, es por eso que he querido incluirles en esta entrada.
- DEVOLVER LOS CASCOS
Muchos
menores de 30 o 35 ni siquiera sabrán qué es eso de
'devolver los cascos'. La imagen de las
botellas antiguas de gaseosa son una buena pista. Los '
cascos' son (o más bien, eran) las botellas, en aquella época de cristal, que,
al ir a comprar las bebidas a la tienda del Señor Paco,
se devolvían vacías, a cambio de lo cual,
el Señor Paco te descontaba unas pesetas del precio de las compradas. Luego, el camión las llevaba de vuelta a la fábrica, donde se reutilizaban. Era tan habitual que
lo 'raro' era no llevar cascos y que te los cobrasen.
Luego vino la supuesta
comodidad de los 'envases no retornables', fíjate chico, que no hace falta devolver los cascos, ¡qué cómodo!, que no hay que cargar con ellos, ¡ni se te rompen al llevarlos!
Luego vino 'el reciclaje'. Que no es otra cosa más que 'devolver los cascos' pero sin que te den nada a cambio.
Y después llegó
ECOEMBES, que es quien se encarga de recoger los cascos y cobrar por 'devolverlos'. Aquí hay algo que no me cuadra...
No hay duda de que
el tiempo trae progresos, comodidades y mejoras en la vida diaria, pero a veces se equivoca, y para mí que 'el rollo este' es un error. De hecho, la devolución de cascos sigue vigente, aunque renovada, en
lugares tan 'exóticos' como
Alemania o los países nórdicos, donde se '
devuelven los cascos', aunque sean de plástico, o de aluminio (por supuesto, también de vidrio), al consumidor
le descuentan su dinerillo, y los envases se mandan, no ya a reutilizar sino
a reciclar.
En
España, hay quien
pide a gritos un sistema similar a ese, hay
grupos de Facebook que tratan del tema, así como
campañas de change.org, e incluso también ha habido
experiencias piloto exitosas, como
esta en Cadaqués. Todo muy interesante, vamos a ver si llegan a algo, aunque mucho me temo que aquí, si eso supone el fin de alguna 'mamandurria', va a resultar bastante difícil. Y si lo montan, será como 'chiringuito' de alguien...
Ya veremos.
- LA CARBONERÍA
Como en el caso de los gitanos de la cabra,
siguen existiendo carbonerías en Madrid, y en otros lugares. Pero
son tan pocas y sobre todo,
tienen tan poco futuro que he querido incluirlas en esta lista, pues antaño eran tan habituales como las vaquerías ya citadas anteriormente. El
carbón era entonces el
combustible más utilizado, el más barato y fácil de conseguir. Tanto las casas individuales como los edificios de viviendas o de oficinas, casi al cien por cien, contaban con una cocina y una caldera o una estufa de carbón. Y
había muchas carbonerías, como una que recuerdo en la
calle Juan Bautista de Toledo, y otra en García Luna. Y como '
Carbones Lorences', que aún funciona en la
calle Sierpe, en La Latina, de la que se habla en
este muy buen artículo.
Pero por entonces, o poco antes,
empezó su declive. Primero, con el '
calor negro', casi siempre calefactores eléctricos o de aceite. La
electricidad (¡qué cosas!) tampoco era muy cara, y el calor negro era más moderno, limpio y seguro. Después, llegaron las
calderas de gasoil (también era relativamente barato, y en principio 'más limpio' que el carbón) y por último las de
gas natural. Y las viejas calderas o estufas de carbón que no sucumbieron sustituidas por todas estas, ahora son 'alimentadas' por el carbón de las pocas
carbonerías que subsisten, como
esta de la calle de Embajadores, que ahora aparece con una imagen más actual, o
esta otra, del barrio de Tetuán, (es la de la imagen del principio), o la citada de la calle Sierpe, que
aún conservan la estética de esos años.
- EL COBRADOR DEL AUTOBÚS
Hasta mediados de los años 70 a los autobuses urbanos de la
EMT, que por entonces los recuerdo de
color azul como ahora,
más o menos como este, y luego rojos,
se accedía por la puerta trasera, mientras que se salía por la delantera,
al revés que ahora. El motivo era la
existencia de un cobrador, que se situaba sobre un
altillo, en un rincón
junto a la puerta trasera, hacia la parte delantera del autobús, así:
Al subir al autobús había que pasar por la posición del cobrador y
pagar o picar el billete, que el cobrador obtenía
haciendo girar a un 'maquinillo' adosado al mostrador, con un tambor del que s
alía el billete correspondiente.
Ahora lo recuerdo como algo realmente antiguo, pero también muy entrañable. A mediados de los años 70, empezaron a sustituirse esos autobuses por otros, adaptados a lo que se llamó el
'agente único': se empezó a
subir por delante, y era el propio
conductor el que cobraba por el billete. Poco después apareció el popular '
bonobús', pero esa ya es otra historia. Se cuentan
más cosas de la historia del autobús urbano de Madrid aquí. Y si queréis imágenes de la
historia del transporte público en Madrid,
aquí tenéis unas cuantas.
- LOS CINES DE LA GRAN VÍA
|
Cines Callao y Palacio de la Prensa |
Aquí
he tenido mis dudas, no sabía si poner los
cines de la Gran Vía, o hablar de
los cines de barrio de programa doble, casi siempre (bueno, siempre) de
reestreno. Me he decidido por los de la Gran Vía porque probablemente
algún día escribiré algo sobre
el Covacha, que era de los segundos.
A
finales del siglo XIX, Madrid ya era muy grande, y necesitaba de una
calle comercial, importante, de referencia y
en el centro de la ciudad o cerca de él. Hace poco más de 100 años,
en 1910, comenzó la construcción de la Gran Vía. Se
inauguró a mediados de los
años 20: por entonces empezó
el boom del cine como espectáculo popular, y la inauguración de la nueva calle propició que en muy poco tiempo, se abrieran
un montón de salas de cine en ella. La época de
esplendor coincidió con la del cine, los
años 50 y 60: colas interminables, grandes estrellas en los estrenos...
|
Cine Capitol |
Era increíble la
cantidad de cines que había en la Gran Vía. En los años 70 comenzó el declive de los grandes cines, poco a poco fue cambiando el modelo de exhibición, pasando a los minicines y a las salas en centros comerciales, y
empezaron a languidecer y después a
cerrar, las grandes salas de la Gran Vía (y las de
otras zonas como Bilbao o Fuencarral, y las de los barrios...). Ahora, muchos de aquellos cines son
tiendas de cadenas de moda, otras son restaurantes, mientras que algunas se han
reconvertido a teatros, varios de ellos de
musicales, haciendo de la Gran Vía una especie de
Broadway o West End '
en pequeñito'. Y algunas, afortunadamente
aún resisten: es el caso de los cines
Callao, Capitol y Palacio de la Prensa, todos ellos alrededor de la
plaza del Callao.
|
El Avenida y el Palacio de la Prensa |
Para el
recuerdo, aquí os dejo los nombres de
algunos de los que desaparecieron:
-
Palacio de la Música. Una pena, está cerrado, iba a se un auditorio pero 'huele a tienda de ropa'.
-
Coliseum. Ahora Teatro Coliseum, programa musicales.
-
Cines Luna. Está muy bien aprovechado: teatro, restaurante, gimnasio, teatro y futuro hotel boutique.
-
Cine Rex. De los últimos en cerrar, aún no han puesto la 'correspondiente tienda de ropa'.
-
Avenida. Al lado del Palacio de la Música. ahora galería comercial y tienda de H&M.
-
El Rialto. Ahora es el Teatro Movistar, se programan musicales.
-
El cine Gran Vía. Ahora es el Teatro Compac Gran Vía.
-
Cine Imperial. Reconvertido en 2002 a tienda de Sephora.
-
Lope de Vega. Por lo menos es un teatro: el Teatro Lope de Vega, el de El Rey León.
-
Pompeya. Pequeñito, ahora bar-teatro Senator La Chocita del Loro, de monólogos.
-
Cine Azul. Ahora hay una tienda de Springfield y un restaurante TGI-Fridays.
No llegué a conocer el
Cine Actualidades, junto al Palacio de la Prensa: en los años 60 lo derribaron para construir un banco, y dicen quienes lo conocieron que era un edificio precioso.
Seguramente me dejo muchos más...